BMW llega con su actualización del i4 para 2025 sin hacer mucho ruido (Chiste hecho adrede). No es que le falte ambición, sino que la marca alemana ha decidido que ya está bien de pantallazos y reinvenciones cada dos por tres, por lo que aquí no hay revolución, hay evolución: coger lo que ya funcionaba y hacerlo mejor, sin grandes aspavientos ni marketing de feria.
Es un planteamiento que puede parecer conservador, pero tiene su lógica cuando el mercado eléctrico parece un concurso de a ver quién la tiene más grande. BMW prefiere apostar por la coherencia y el detalle bien rematado, que al final es lo que queda cuando pasa la novedad.
Un rediseño de precisión, sin estridencias
Como decimos, BMW ha preferido no reinventar la rueda con el i4 de 2025. El modelo de este año juega más a pulir los detalles que a sorprender con cambios radicales. Los nuevos colores Cape York Green y Vegas Red dan frescura sin agresividad, y los faros más finos, algunos con luces láser, modernizan sin romper la silueta original. La parrilla, con cromo mate y diseño retrabajado, añade carácter sin estridencias. La línea general mantiene la esencia, mientras que los pequeños retoques en paragolpes y llantas de 19” M Aero enfatizan un aspecto más afinado.
Este enfoque es el que tienen los apasionados que no buscan llamar la atención con ornamentos barrocos. BMW sabe que su público valora la coherencia visual y el control estético, es decir, la elegancia estilosa pero sobria. Así, lo que ofrece el i4 2025 es una versión refinada de lo que ya era eficaz, sin necesidad de efectos especiales. Comparado con eléctricos más ruidosos en diseño, este i4 sigue fiel a sus raíces, que es lo que uno busca en un BMW.

La clave está en los detalles bien trabajados. El paquete M Sport aporta mayor agresividad al frontal; su difusor trasero negro brillante y sus tomas laterales no dan la nota, pero sí revelan una intención: no está para florituras tontas, sino para demostrar que sabe qué es deportividad sin perder elegancia.
Este paso adelante en diseño, aunque discreto, señala a un coche que no busca estridencia, sino que compite desde la coherencia estética. Eso tiene su mérito.
Un interior más al gusto de los que saben valorar lo esencial
La actualización no recarga un arma ya potente dentro del i4, sino que la afila. El nuevo volante de dos radios, con botones iluminados, ofrece funcionamiento directo, mientras que el volante M de tres radios garantiza agarre sin sacrificar la ergonomía. Aquí no hay modas táctiles inquisitivas, sino funcionalidad limpia.
Los materiales mejoran de forma inteligente: un aluminio cepillado bien aplicado, una madera Grey Blue Ash que no entorpece nada y una tapicería Sensatec más agradable al tacto elevan la sensación de calidad sin desviar del camino. No es un interior que quiera impresionar a nadie a primera vista, sino ser cómodo en el largo plazo.

La tecnología entra con la discreción que se espera en un coche de lujo. El sistema BMW 8.5 con QuickSelect agiliza lo que se usa todos los días, mientras que la navegación orientada a la recarga y la conectividad 5G demuestran que este i4 avanza mientras otros se quedan intentando despistar con animaciones. Aquí se nota que lo práctico se impone sobre lo decorativo.
Ese equilibrio habla de una marca que sabe quién es su cliente: un conductor que quiere tecnología, sí, pero bien integrada y sin posturitas. Esa honestidad técnica es el mayor refuerzo para que este i4 se entienda como un coche moderno sin traicionar sus facultades.
Una gama que crece, pero sin perder nervio
El i4 de 2025 llega a las calles con unas variantes claras: el eDrive40 de 335 CV y propulsión trasera, el xDrive40 de 396 CV y tracción total, y el M50 que ya conocemos con 536 CV, y al final de ese arco aparece el i4 M60 xDrive, una bestia con 593–601 CV, aún sin fecha oficial, pero ya asomando en configuradores.
Esa evolución deja claro que el modelo no se dispersa. El i4 eDrive40 busca equilibrio entre potencia, consumo y alcance: 318 millas (512 km); el xDrive40 refuerza el dinamismo; el M50 sacia apetitos deportivos; y el M60 promete pulsos más rápidos sin renunciar a la coherencia: 0–100 km/h en 3,7 segundos si sobra el pedal.

La batería de 81,4 kWh autoriza esa variación sin perder consistencia; la carga DC a 200 kW permite recuperar carga al mismo ritmo que modelos más caros. La compatibilidad con Magic Dock de Tesla para añadir 100 millas en 27 minutos es la guinda de un pastel que sabe a verdadero progreso y no a promesa vaga.
El resultado es una familia bien construida: no hay arcos elegidos al azar, cada escalón tiene sentido, y el M60 no parece un globo de gas vacío, sino el broche que convence de la coherencia de la gama.
El i4 ante el espejo del mercado y del futuro
Económicamente, el i4 no juega en la liga del marketing efímero: parte de 58.650 € el eDrive35, sube a 65.550 € el eDrive40 y el M60 xDrive arranca en 80.550 €. No son cifras de ganga, pero sí ajustadas para lo que ofrece: tecnología actual, rendimiento eficaz y hábiles ajustes de chasis.
El reconocimiento de Consumer Reports como el eléctrico más fiable de 2025 no es un premio comercial, es una declaración de confianza. Eso no se compra con pantallas gigantes, se gana con recorrido sin fallos. Y en un mercado lleno de coches que empiezan bien y luego fallan, eso vale más.
El i4 M60 llega ahora en julio de 2025 con sus 601 CV bien asentados en la gama. Lo cierto es que BMW ha sabido colocar cada escalón donde debe estar, y este M60 no parece un añadido de última hora, sino como el broche lógico de una familia bien construida.
Este i4, pulido pero firme, deja claro que no todo lo que necesita un eléctrico es parecer futurista. A veces basta con hacer bien lo que ya se sabía hacer, antes de saltar a la Neue Klasse y a la próxima generación de propulsión.
Jose Manuel Miana
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